El 24 de julio de 1064, Fernando I de León culminó el asedio de Coímbra, una ciudad clave en la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes. Esta victoria consolidó el poder cristiano en el oeste peninsular y marcó un hito en la expansión del Reino de León. Descubre cómo se desarrolló esta campaña, qué motivó su ejecución y por qué Coímbra se convirtió en un símbolo de la reconquista ibérica.
La toma de Coímbra por Fernando I de León en 1064
Coímbra 1064: El día que Fernando I cambió el mapa peninsular
En pleno siglo XI, la península ibérica era un mosaico de reinos cristianos y taifas musulmanas. El 24 de julio de 1064, Fernando I de León, apodado “el Magno”, culminó una de sus campañas más audaces: la conquista de la ciudad de Coímbra, entonces bajo dominio de la taifa de Badajoz. Este hecho no solo representó una victoria militar, sino un giro estratégico en la Reconquista que alteraría el equilibrio de poder en el oeste peninsular.
El contexto político y religioso que impulsó la ofensiva
Tras la fragmentación del Califato de Córdoba, las taifas musulmanas se multiplicaron, debilitando la cohesión islámica en la región. Coímbra, enclavada entre los ríos Mondego y Dueça, era una plaza fortificada de gran valor comercial, militar y simbólico. Controlarla significaba abrir el acceso a las fértiles tierras del centro-oeste y consolidar la frontera cristiana al sur del Duero.
Fernando I, heredero del trono leonés desde 1037, había demostrado una política expansionista firme. Según Alfonso Sánchez Candeira, en su estudio sobre Castilla y León en el siglo XI, el monarca inició los preparativos para la campaña en diciembre de 1063, tras recibir las reliquias de San Isidoro de Sevilla en León.
Coímbra: peregrinación, fe y estrategia
Antes de iniciar el asedio, Fernando realizó una peregrinación a Santiago de Compostela, donde oró ante la tumba del apóstol durante tres días. Lo acompañaban su esposa Sancha, sus hijos, varios obispos y abades, y un nutrido grupo de nobles. El ejército avanzó por la ruta costera que conectaba Santiago con Braga, Porto y finalmente Coímbra.
El 20 de enero de 1064, las tropas cristianas llegaron ante los muros de la ciudad. El asedio se prolongó durante seis meses, con intensos combates y escasez de víveres para ambos bandos. La resistencia musulmana fue feroz, pero el desgaste y las brechas abiertas por los arietes cristianos inclinaron la balanza.
El 9 de julio, Fernando I logró penetrar las defensas. Aunque algunas fuentes señalan esta fecha como la toma efectiva, otras como la crónica de Sesnando Davides —noble mozárabe y futuro gobernador de la ciudad— afirman que el control definitivo se consolidó el 24 de julio, día que se conmemora como el cierre oficial del sitio.
La población musulmana fue dividida: algunos se rindieron pacíficamente, otros fueron obligados a marcharse o convertirse al cristianismo. Se capturaron cerca de 5.000 personas, y la ciudad fue entregada a Sesnando Davides, quien la gobernó como Conde de Coímbra hasta su muerte en 1091.
El ejército cristiano estaba compuesto por nobles leoneses, castellanos y mozárabes. Participaron obispos como Crescónio de Santiago, Vistruário de Lugo y Suário de Mondoñedo, además de abades como Ariano de Cela Nova y Pedro de Guimarães. La diversidad del contingente reflejaba el carácter pancristiano de la ofensiva.
Repoblación y renacimiento cristiano
Para asegurar el dominio cristiano, Fernando promovió la repoblación con gallegos, leoneses y mozárabes. Coímbra se transformó en un centro político, religioso y cultural, clave en el surgimiento del Condado Portucalense, germen del futuro Reino de Portugal.
La designación de Sesnando como obispo y gobernador fue estratégica. Este líder, que había huido del dominio islámico, representaba el renacer cristiano y la integración de comunidades desplazadas. Según María Amélia Álvaro de Campos, la ciudad se convirtió en un imán para mozárabes del sur.
Implicaciones geopolíticas y legado histórico
La conquista de Coímbra debilitó significativamente a la taifa de Badajoz, reduciendo su influencia en la región. Además, permitió a Fernando I controlar una ruta clave entre el norte cristiano y el sur musulmán, facilitando futuras campañas.
Un año después, en 1065, Fernando falleció, pero su legado fue continuado por su hijo Alfonso VI, quien completaría la reconquista de Toledo en 1085. Coímbra, por su parte, se consolidó como bastión cristiano y símbolo de resistencia.
Coímbra en la memoria histórica
La toma de Coímbra fue más que una victoria militar. Representó un golpe moral contra el islam en la península y un paso decisivo en la consolidación del Reino de León. Como escribió Bernard F. Reilly en The Kingdom of León-Castilla under King Alfonso VI, “la caída de Coímbra abrió el camino para la reconstitución del poder cristiano en el oeste peninsular”.