La batalla de Valdejunquera: La consolidación del poder musulmán

Comparte por:

El 26 de julio de 920, las tropas del emir Abderramán III derrotaron a la alianza cristiana entre los reinos de León y Pamplona en la batalla de Valdejunquera. Descubre cómo este episodio fue clave para la reconquista y la consolidación del poder musulmán en el norte peninsular.

Por: Carlos Ali Rodriguez | Publicado: 29 Jul 2025

La Batalla de Valdejunquera: La derrota cristiana cerca de Pamplona en 920

El día que Abderramán III aplastó la alianza cristiana

En el corazón del valle de Guesálaz, entre los pueblos de Muez y Salinas de Oro, se libró una de las batallas más decisivas de la primera etapa de la Reconquista. El 26 de julio de 920, las fuerzas del emir omeya Abderramán III se enfrentaron a la coalición cristiana formada por Ordoño II de León y Sancho Garcés I de Pamplona. El resultado fue una derrota aplastante para los reinos cristianos, que vieron cómo su ofensiva en tierras riojanas se convertía en una amarga retirada.

Antecedentes: incursiones cristianas y respuesta musulmana

Durante los años previos, los reinos de León y Pamplona habían realizado incursiones exitosas en territorios controlados por al-Ándalus. Sancho Garcés I había tomado Calahorra y Arnedo, y en 918 había acampado bajo los muros de Nájera. Ordoño II, por su parte, había lanzado campañas hacia Mérida y Évora. Estas acciones provocaron una respuesta contundente por parte del emir Abderramán III, quien decidió liderar personalmente una campaña de castigo.

Según la crónica de Ibn Idhari, el emir arengó a sus tropas en la mezquita de Córdoba, llamando a la guerra santa contra los “infieles del norte”. El historiador Alberto Cañada Juste señala que esta campaña fue concebida como una aceifa de devastación, con el objetivo de humillar a los reinos cristianos y recuperar las plazas perdidas.

La marcha hacia Pamplona: estrategia y velocidad

Abderramán III partió de Córdoba el 4 de julio de 920. Su ejército avanzó por Medinaceli, Osma y Clunia, tomando San Esteban de Gormaz antes de girar hacia el este. Esta maniobra desconcertó a Ordoño II, que esperaba un ataque por tierras leonesas. Al percatarse del cambio de rumbo, el rey leonés marchó hacia Navarra para unirse a Sancho Garcés I, quien se encontraba en Arnedo.

El ejército musulmán cruzó el Ebro y recuperó Calahorra, residencia habitual de Sancho. Desde allí, avanzó hacia Tudela, obligando al monarca pamplonés a retirarse. En pocos días, las tropas andalusíes se posicionaron en el valle de Junquera, cerca de Muez, donde se prepararon para el enfrentamiento final.

El choque en Valdejunquera: táctica y desmoronamiento cristiano

El 26 de julio de 920, la batalla comenzó con una carga frontal de las tropas cristianas, que intentaban frenar el avance musulmán en terreno montañoso. Sin embargo, la superioridad numérica y táctica del ejército de Abderramán III se impuso rápidamente. Los musulmanes rodearon a los cristianos, cortaron sus líneas de retirada y lanzaron una ofensiva devastadora.

La crónica de Sampiro relata que “los Agarenos llegaron a Moiz, amenazando el reino de Navarra, y los cristianos fueron vencidos sin poder volver a su campamento”. Los obispos Dulcidio y Hermigio fueron capturados y enviados a Córdoba. El resto de los supervivientes se refugió en las fortalezas de Muez y Viguera, que fueron tomadas al día siguiente. Los prisioneros fueron ejecutados, y los campos arrasados antes del regreso del emir a Córdoba.

Repercusiones políticas y castigo interno

La derrota provocó una crisis interna en los reinos cristianos. Ordoño II culpó a los condes castellanos Nuño Fernández, Abolmondar Albo, Diego y Fernando Ansúrez por no haber acudido al combate. Fueron convocados en Tejar, a orillas del Carrión, y encarcelados por el monarca. Aunque la tradición afirma que fueron ejecutados, documentos posteriores los muestran activos en la política regional, lo que sugiere que fueron liberados poco después.

El historiador José María Lacarra afirma que esta campaña consolidó el poder de Abderramán III en el norte peninsular y debilitó la alianza cristiana, que tardaría años en recuperarse. La derrota también frenó la expansión pamplonesa hacia La Rioja y Aragón, obligando a Sancho Garcés I a replegarse.

El emir victorioso y el mensaje a Córdoba

Tras la victoria, Abderramán III regresó a Córdoba el 26 de agosto, llevando consigo un importante botín y prisioneros. La campaña fue celebrada como una muestra del poder omeya y como advertencia a los reinos cristianos. En palabras del cronista Ibn Hayyan, “el emir volvió con la cabeza alta, habiendo humillado a los enemigos de la fe y purificado la tierra de su insolencia”.

La batalla de Valdejunquera quedó registrada como uno de los episodios más duros para los reinos cristianos en el siglo X. Su impacto se sintió en la política, la religión y la estrategia militar de la Reconquista, marcando un punto de inflexión en la lucha por el control de la península ibérica.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio